“El
sujeto no es, en su contacto con el mundo, afectividad más conocimiento, sino
conocimiento y afectividad al unísono...Todo juego dispone de reglas internas
que regulan la acción bajo el control del significado (...) el juego
se
convierte en expresión de la estructura interna del desarrollo en la medida
que, como éste, está atravesado por la necesidad de comprender el mundo y de
comprenderse a sí mismo que el niño tiene”(Ortega, 1992)
Lo
interesante sería que el docente –como plantea Sarlé- además de dar permiso para
jugar algunos temas (los no permitidos en la escuela), habilite junto con los
niños el análisis de los propios juegos y/o el análisis de las series o dibujos
animados que éstos ven por televisión. Abrir espacios de la reflexión, de
confrontación de ideas, de búsqueda
de valores y de construcción de nuevos
significados sobre lo que los niños miran por tv o sobre sus juegos permitirá
el tratamiento de temas que suelen dejarse “fuera” del jardín.
También
una mirada atenta de nuestra parte al jugar de los niños y al diálogo de ellos
durante el juego nos permitirá conocer qué cuestiones el niño necesita o está
procesando. De esta manera podremos encontrar nuevos contenidos a ser
trabajados en la sala, y poder así intervenir oportunamente.
El reto
que nos convoca es pensar cómo articular esa parcela de la realidad que los
niños simbolizan al jugar y para
la cual tienen pocos elementos disponibles que
le permitan comprenderla. Tal vez podemos empezar habilitando
espacios que den
permiso al jugar, en donde el docente se convierta en un jugador y, en ese rol,
provoque incidentes
y conflictos. Para ello se requiere una actitud de
“disponibilidad” por parte del maestro en los momentos de juego y
un rol de
observador participante.
Un
incidente o un conflicto, que permitirá conocer las representaciones de los
niños respecto de algunos problemas sociales, podría darse cuando el docente se
mete “de manera oportuna” en el jugar de los niños, cuando por ejemplo plantea:
¿Quién me ayuda? ¡¡¡Ese señor me robó mi billetera!!! ¿Y ahora qué hago? O
cuando le dice al nene que
maneja el autobús mágico: ¿Señor, ¿puedo limpiarle
el vidrio...?
¿Me da
una monedita?
Esta
escena habilita a continuar lo planteado por la docente en el juego dramático,
y en ese jugar se podrán ir
sucediendo una serie de conflictos que permitirán a
los niños salir del juego para poder ir encontrando algunas
respuestas. En el
primer caso, se podría investigar qué se hace cuando alguien nos roba, quién
nos puede ayudar,
por qué hay gente que roba, etc. En el segundo caso, se
podría indagar por qué hay nenes que trabajan, por qué
hay nenes que piden, si
los niños deben trabajar. Éstos interrogantes pueden servir para conocer y
comenzar a comprender los derechos del niño, como también para conocer otros
modos de vida –a través de la observación de imágenes (en cuadros o fotos).
Dirigir
la atención hacia posibles soluciones hará sentir a los niños más protegidos y
menos vulnerables frente a estas cuestiones. No negar la realidad y abordarla a
través de jugar permitirá a los niños procesar situaciones difíciles de
comprender.
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Del texto “Infancia y problemas sociales” Apuntes para la reflexión y propuestas para el aula. En Infancias y problemas sociales en un mundo que cambia 0 a 5 La educación en los primeros años. Novedades Educativas, Buenos Aires(María Reneé Candia, (2005)
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Lic. Verónica Inés Pontnau