3/10/10

Lengua y Literatura - Proyectos y recursos varios




Proyecto Literario: Formando una Comunidad Lectora




Fundamentación


Para iniciar a un niño en el habla es importante la construcción y apropiación de la lengua materna. Elena Satapich en el libro “Con ton y con son” propone su aprendizaje como la expresión de un proceso relacional en el que padres y maestros envolvemos al niño en un “baño de lenguaje”.el cual viene a sustituir a la placenta materna que lo envolvía y lo alimentaba. El tránsito de la vida uterina a la extrauterina es traumático, pero este carácter se ve atenuado por la presencia de la voz humana, que tranquiliza. El bebé necesita de la alimentación, del cariño, y del intercambio verbal de su entorno para poder vencer la angustia que lo acecha después del nacimiento.
A través de la palabra oral, el bebé queda suspendido en un instante oceánico, sumergido en la lengua de la Comunidad en que vive, conectado con las generaciones que por siglos lo precedieron.
Cantándole, hablándole, repitiendo alguna rima, descubrimos el mágico poder de la palabra. Así nacieron las nanas, o canciones de cuna que vienen repitiendo desde tiempos inmemoriales.

El niño necesita de sus cuidadores y educadores –mamá, papá y maestros- para ingresar en el universo simbólico, para relacionarse con los demás y con los objetos y para, finalmente, acceder al lenguaje, que nos define como humanos y nos posibilita el aprendizaje.
Nombrar la vida, atesorar palabras, disfrutar de la literatura infantil, hablar sobre ellos mismos, desarrollar la creatividad, desear leer y escribir, son experiencias fundamentales en la vida del niño.
En definitiva, interaccionar con el niño: darle la palabra.

Esas primeras manifestaciones poéticas emparentadas con la música y la tradición oral, que las ha creado y transmitido por generaciones, son el origen de la literatura infantil. Y quizás más todavía: la poesía se encuentra en el origen de toda literatura, si recordamos que cuando los seres humanos comenzaron a utilizar el lenguaje para comunicarse, también lo usaron de manera artística por ejemplo los mitos y leyenda épicos.
No hay que olvidar como afirma Soriano:”La poesía ha tomado otro aspecto que significa un regreso a las fuentes y está también asociada e incluso ligada a la música, como era en un principio”.
¿Cómo seleccionar los textos?
En el ámbito escolar la selección de textos debe considerar las posibilidades de lectura que ese texto brinda. ¿Cuáles son las condiciones de lectura que este libro favorece? ¿Cuál es el grado de participación que se deja al lector en la construcción de significados? Para saberlo nuestra mirada debe detenerse en los aspectos constructivos de la obra, "escuchar" al texto, descubrir qué está proponiendo. Esto puede implicar un cambio de enfoque del mediador respecto a los libros destinados a los niños. Ya no se trata de atender exclusivamente al tema, al mensaje, al argumento como "verdades" a transmitir, sino de indagar cómo determinado contenido surge del entramado de procedimientos artísticos-literarios y sus multisignificados. La selección de los textos es una de las cuestiones claves en relación con las prácticas de lectura (y escritura), ligadas a una situación de enseñanza literaria. Los textos constituyen la materialidad con la cual los lectores entrarán en diálogo en su tarea como productores de sentidos.



¿Los chicos más chicos van a “entender” los cuentos, rimas, etc? ¿No hay que adaptarlos previamente?

Una palabra puede tener significados diversos, según el estado de ánimo con que se dice o se la escucha.
Si su significado se desconoce, esto es a veces suficiente motivo para soltar la imaginación.
Para evitar “infantilizar” nuestro discurso dirigido al niño, tenemos que tener presente que si el texto es interesante la palabra desconocida so será un obstáculo. Puede, incluso, ser alimento para sus juegos y su imaginación.
Además los niños suelen comprender más que lo que el adulto imagina.
Poseen lo que se llama “vocabulario pasivo”, es decir que conocen muchas palabras que no usan, pero de cuyo significado tienen una idea aproximada. A veces una palabra es apreciada por su sonoridad sin que interese la significación.
Muchas veces los adultos creemos que al hablarle al niño debemos hacerlo en forma infantil. Hay una gran subestimación en la base de esta actitud.
Hay que usar palabras precisas para cada cosa, si el nene tiene que hacer un pequeño esfuerzo para estar a nuestro nivel, ¡mejor!. Ése es el desafío del aprendizaje. Si siempre tratamos de adaptar nuestra conversación, nuestros relatos y toda la comunicación con los chicos a nivel infantil, los mantendremos en ese nivel, impidiéndoles crecer, desarrollarse,, aprender.
No es necesario traducir absolutamente todo para que esté a su alcance porque
• a veces suponemos que el niño desconoce algún término porque nunca lo emplea, pero que no lo use no quiere decir que no conozca su significado (vocabulario pasivo)
• muchas palabras se explican solas por la fuerza del contexto en que se hallan empleadas.
• Las palabras de significado desconocido pueden servir al niño para soñar, imaginar un determinado significado. En los primeros años no les preocupa demasiado averiguar si los demás le dan a un término el mismo sentido que tiene para ellos.
• El aspecto más relevante de una palabra, para el niño pequeño, suele ser lo sonoro, el sonido y no el sentido. Tenemos que tener en cuenta en estos momentos de intercambio que el gesto, la entonación, significan tanto como la palabra y tienen mayor peso cuanto más pequeño es el niño.





¿Cómo empezamos? ¿Con qué?


Teniendo en cuenta que la exploración infantil del lenguaje es semejante a la actitud del niño con los juguetes inestructurados: busca formas de combinarlos, les asigna diversas funciones, arma y desarma.
El hombre arma y juega, juega a producir cosas, cosas que son juguetes, son
Palabras, son significantes. El jugar es producir significantes, significantes en el sentido que le atribuye Lacan, “algo que produce un sentido, algo nuevo, con algo de sorpresa y hallazgo. Todo al pasar por el niño sufre una resignificación. Pasa por su mano, boca, mirada y por delante de su palabra...”

Durante los primeros años de vida el lenguaje no es tanto una herramienta que vehiculiza información, cuanto un juguete con el que se puede experimentar. Hasta es posible, por su carácter portátil, recurrir a él cuando no hay nada con qué jugar.
Una vez que se apropia del lenguaje, el niño hace de él un uso libre, fantástico, despreocupado. Y cuando habla lo hace jugando con las palabras. Persistirá en esta actitud mientras transite por la etapa del pensamiento egocéntrico, por lo cual la realidad no puede ser pensada si no es en referencia a sí mismo. Esta forma de relación con el mundo, irá cediendo gradualmente a medida que consolide la descentración, que permite al chico pensar los objetos sin relacionarlos necesariamente con su propio yo, en un proceso que alcanzará su madurez alrededor de los ocho años.
El discurso del niño en estos primeros años tiene puntos de contacto con el lenguaje poético. El carácter simbólico de su pensamiento, lo lleva a emplear con frecuencia la metáfora, procedimiento por el cual algún elemento de la cadena hablada aparece sustituyendo a otro. Pero no es producto de una búsqueda o de una experimentación estética, a veces el niño la emplea porque ella le permite expresar una globalidad o lo esencial de una cosa, sin entrar en su análisis, que le está vedado por la estructura cognoscitiva con la que opera. Varias de las metáforas utilizadas pueden ser producto de la visión que tienen del mundo y las cosas, producto de la etapa en que se encuentran (animismo – artificialismo – pensamiento mágico, etc.)


A los niños les atrae además la palabra proliferante, la palabra que genera otras.
Pero hay un tema central en la Comunicación de y con los niños pequeños y es el de la repetición.
El niño necesita la repetición, lo que es rutinario le da seguridad, hace que la realidad se vuelva previsible.
En la comunicación el gusto por la repetición se manifiesta cuando el nene pide siempre los mismos cuentos, festeja las mismas bromas que se reiteran de idéntica manera y escucha con atención.
Esta reiteración tiene su correlato en la literatura popular, por ejemplo en los cuentos de nunca acabar.
A su vez al niño le gusta repetir las mismas frases, palabras, y disfruta de cuentos que por estar llenos de repeticiones tanto en la historia como en el discurso, le permiten anticiparse a lo que va a decir el narrador.
Bruner habla de “formato” como apoyo a la adquisición del lenguaje, Éste como pauta de acción estandarizada, permite que luego, en la inversión de roles, se produce el pasaje de la enunciación del adulto hacia el niño. En una palabra, todas las frases con las que el adulto acompañaba la repetición de la situación de formato, en poco tiempo son pronunciadas por los chicos, que coloca así a la persona mayor en el rol que antes desempeñaba él.
Un ejemplo de esto son las adivinanzas, que salvo las hechas específicamente para niños, son difíciles para éstos. Pero el niño las quiere aprender para memorizar y luego decírselas a los adultos y así invertir los roles.
Hay repeticiones que tiene que ver con lo que se dice y otras que tienen relación con el cómo se lo dice. Entre estas últimas están las reiteraciones sonoras, de las cuales la más obvia es la rima. En la poesía para niños, no así en las de adultos, la rima es esencial. Para el niño poesía y rima, canción y rima, son elementos inseparables.
Y desde el punto de vista de la estimulación del lenguaje, la rima es un punto de partida muy rico en posibilidades. (aparear objetos cuyos nombres suenan parecidos, inventar rimas con los nombres, separar de una canción o poema las palabras que riman, invitación a seguir el poema, inventando, , etc.)

El papel del adulto consiste fundamentalmente en proporcionarle al niño una multiplicidad de modelos, amplias y variadas situaciones donde el niño pueda elegir y elegirse.
Guiarlo para que encuentre la expresión precisa. Hemos de alentarlos para que lleguen a dominar el lenguaje denotativo, el mismo es claro, simple, evidente, comprensible. , y la expresión no debe dar lugar a dudas, el receptor no puede quedarse pensando ¿qué habrá querido decir?
Adaptarse y orientar su estilo comunicativo de acuerdo con las características del grupo y de cada chico, con cuidado, ya que sabemos que “bloqueada la comunicación, no se concreta el aprendizaje”. Es aconsejable someter a consideración grupal algunos términos incorrectos, o agresivos o los mismos insultos.
Otra propuesta para estimular a los niños a hablar de sí mismos es hacer listas con las cosas que más les gustan: las comidas, los juegos, los programas de tv, las canciones, los paseos, etc. Como así también permitir que los chicos armen el libro de quejas”, basado en las cosas que les disgusta, Y hablar también sobre los miedos a qué le teme cada uno?

Es una buena oportunidad para ver que no todos somos iguales, nos gustan cosas distintas, nos molestan cosas distintas, le tememos o no a distintas cosas, y es en parte por eso que somos personas diferentes.

Para ello se necesita un clima de confianza, de intercambio amable, requiere jugar con las palabras y, sobre todo, un modelo adulto adecuado: hablar en forma correcta, sin adoptar la jerga infantil ni ninguna otra que circule en la sociedad en ese momento, no hablar siempre en diminutivo, ni mezclando lo real con lo fantástico, ni siempre con términos erróneos graciosos, ni por supuesto en un estilo demasiado formal, ya que poco tiene que ver con el rol docente.
Hablar con naturalidad, en un tono coloquial amable que no subestime ni sobrestime a nuestros interlocutores, con corrección, en forma rica y variada, acorde a cada situación y no exenta de sentido del humor.

Actividades que representan un buen vínculo para estimular a los nenes a expresarse: Actividades con uso de onomatopeyas, de antónimos, con comparaciones, con el uso del adjetivo apropiado, etc.
También es aconsejable en ciertos juegos infantiles tradicionales, la fórmula verbal que los acompaña, y que ha sobrevivido a l paso de los siglos tiene a la “palabra mágica” como modificador de la realidad.
En esta etapa el niño tiene algo en común con el hombre primitivo: como el brujo de la tribu, cree en el poder mágico de la palabra para modificar la realidad. Lentamente irá evolucionando hacia una postura más racionalista. Sus hipótesis tendrán que ir cediendo al ser confrontadas con la realidad. Las irá sustituyendo por otras.
Pero sería deseable que, pese a ello, mantenga su confianza en el poder de la palabra. No ya como palabra mágica, como fórmula a la que se recurre para volcar la suerte a nuestro favor, sino como palabra terapéutica, palabra – comunicación, palabra literaria, y tantas otras palabras donde lo humano despliega sus múltiples sentidos.

Están también los textos que no tienen sentido, formados por palabras inventadas, que no designan nada en particular: “la Jitanjáfora”, la cual es puro significante.
Aparecen en la rima de sorteo (una, do, li tuá...)
En las canciones infantiles, acompañando al canto con palmas y ademanes rituales Ej en cuento sin ton pero con son: Bajo un calpo de ligubias
Un crosepo se trimaba
Y mientras- con siete mubias,
Don Blopa lo remalaba
Si leemos varias veces las primeras estrofas, podremos luego proponerle al grupo: “Aquí hay varias palabras que son muy raras. Yo no sé lo que quieren decir, pero es claro que se cuenta una historia. ¿Quién quiere explicar lo que sucede en esa historia?
Después de que cada chico da su interpretación, volvemos a leer las dos estrofas e invitamos a los nenes a que busquen posibles “traducciones”. Otra opción es presentarles un texto incompleto y que ellos inventen palabras para completarlo. O partir de una canción conocida e ir cambiando algunas de las palabras por otras que inventamos entre todos.

Está también en la tradición un repertorio de versos que se denominan cuentos mínimos: cuentos porque insinúan una historia (aunque no son verdaderos relatos) , y mínimos , por su brevedad. Ej: el cuento de la buena pipa, (que nos plantean una pregunta pero no se conforman con ninguna respuesta) o los que se repiten una y otra vez la misma historia, por ejemplo los que finalizan con ¿querés que te lo cuente otra vez? Y ante la afirmativa, recomienza la historia, ej. Había un burro que hablaba inglés... _¿querés que te lo cuente otra vez? –Sí. –pues había un burro ---
Los que no se puede decir ni sí ni no y le pregunta si quiere que se lo cuente, y al responder si o no , le dice que no se puede responder ni si ni no, y repite ¿querés que te lo cuente?
Están también los que prometen un cuento y se quedan en el anuncio: -querés que te cuente el cuento de gallo pelao?
-si
-Bueno, pasáte para el otro lao..
-¡querés que te cuente el cuento del ganso?
-si-
- No porque me canso.

Finalmente existen cuentos mínimos que se limitan a contar su sintética historia, sin otra característica especial. Por ej:
Éste era un rey que tenía tres hijas,
Las vistió de colorado
Y se volvieron lagartijas.

Éste es el cuento de la pelota
Que tenía la panza rota
Y el demonio de su mujer
No se la quería coser.
Ni con una aguja
Ni con alfiler.
Los cuentos mínimos nos ofrecen múltiples posibilidades de comunicación con los chicos y para lograr que ellos, a su vez, se comuniquen.

Luego de los cuentos, mucho más positivo que la típica reconstrucción del mismo, es que se generen charlas entre los niños partiendo del argumento del libro, como por ejemplo porqué les gustó, o porqué no les gustó, qué hubieran hecho ellos en lugar del protagonista en tal situación, Si les parece bien tal decisión o accionar, etc. En definitiva con este tipo de intercambio verbal estamos siguiendo la dirección del proceso que ocurre con la narración a cualquier edad de la vida: Identificación, proyección, elección de lo que quiero y de lo que no quiero ser, apertura a lo fantástico desde mi realidad cotidiana.

Es frecuente que nos encontremos en este diálogo abierto con preguntas que no sepamos responder o que tengamos dudas,; No debemos temer parecer dubitativas. Una respuesta puede estar acompañada por expresiones como: “yo creo...” “no estoy segura, pero...” “hay quienes creen que...” . Si no sabemos, no temamos reconocerlo, Podemos proponerle al nene averiguar juntos la respuesta. Hay libros que pueden ayudarnos.

Acerca de la Creatividad

Dice Pichón Riviére que la creatividad y la salud mental van de la mano. El individuo creativo ya no es una persona que se la asocia forzosamente con el arte, sino una persona con una actitud vital, esto consiste en no resignarse pasivamente frente a la realidad, en una búsqueda, en una resistencia a aceptar los productos hechos y listos para consumir, en una capacidad para encontrar relaciones nuevas e inesperadas entre las cosas.
La creatividad no puede ser forzada a surgir, pero sí es posible crear las condiciones que la favorecen: el contacto con lo imaginario, la valoración del sueño y del ensueño, el ejercicio que consiste en contemplar las situaciones desde un punto de vista no convencional, el privilegiar el proceso creativo para que tenga tanta importancia como el resultado, un clima que estimule el sentimiento de seguridad y de contención, un funcionamiento grupal que garantice el intercambio de ideas y una convivencia agradable.




Y hablando de intercambio de ideas...
Teniendo en cuenta varios de los conceptos vertidos por casi todos los autores, desde Montes, hasta Devetach, ...hasta la propia Stapich, sobre este punto, considero que se resumen en las recomendaciones de María Claudia Molinari, en su proyecto El Club de Lectores, al cual apunto con la formación de esta Comunidad de Lectores:

El club de Lectores se trata de acciones sistemáticas que inicien a los niños en prácticas sociales de lectura.
Con estas acciones tempranas “formarse como lector” supone resolver situaciones complejas diversas, y con claros propósitos comunicativos.

El Club de Lectores nuclea una serie de situaciones didácticas en torno a la biblioteca de la sala, donde se propone la lectura sistemática de textos ficcionales y no ficcionales y un amplio intercambio de opiniones y recomendaciones entre niños.
En función de estos intercambios se desarrollan también actividades específicas de escritura, en las cuales expresándose como lectores, los niños también aprenden a escribir.

Son situaciones típicas de interacción entre lectores – escritores donde resuelven problemas como usuarios de manera individual, con su grupo, la maestra, las familias, con otros grupos de niños y otras maestras.

Los niños aprenden contenidos vinculados con el quehacer del lector, escritor, sobre las características de los textos y sus portadores, relativos a la comprensión del sistema de escritura, situaciones didácticas según diferentes propósitos de lectura y escritura.

Entre los contenidos vinculados al quehacer del lector:

Seleccionar materiales de lectura y explicitar algunos criterios de selección.
Leer por sí mismos de acuerdo con diversos propósitos
Recomendar un texto a otros.
Confrontar interpretaciones sobre un mismo texto.
Evocar otros textos a partir del texto leído.

Contenidos relativos al quehacer del escritor

Escribir opiniones sobre los textos para exponer frente a otros.
Resolver dudas apelando a distintas fuentes.
Escribir en función del propósito y los destinatarios.
Revisar y discutir sobre la comunicabilidad de los escritos antes de su publicación, reescribir partes del texto

Contenidos sobre las características de los textos y sus portadores

Tipos de portadores de textos.
Indicadores paratextuales más significativos.
Características de los tipos de texto.

Contenidos relativos a la Comprensión del sistema de escritura

Aspectos cuantitativos y cualitativos del sistema que permiten anticipar un texto escrito o producirlo de manera personal.

Situaciones didácticas sobre distintos propósitos de lectura y escritura

Situaciones que no suponen orden fijo de realización y se desarrollan de manera individual, colectiva o en pequeños grupos.: leer y escribir para organizar la biblioteca y su funcionamiento es una situación en las que los niños mayores confeccionan fichas de biblioteca, localizando y copiando de manera selectiva algunos datos, (título, autor, editorial) y registrando el préstamo a través de la copia y reconocimiento de nombres propios para saber quién se llevó el material.
Decidir qué textos incluir en la biblioteca es una tarea que si bien compromete de manera central al maestro, debe necesariamente garantizar a los niños espacios de decisión.
Leer con el propósito de seleccionar materiales bibliográficos es otra de las situaciones posibles.






Licenciada en Educación Inicial: Verónica Inés Pontnau

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